Por todos es conocida la alta rotación de trabajadores que tiene el sector de la hostelería y la restauración. A la temporalidad habitual de esta industria, con picos muy pronunciados sobre todo en verano, se une el hecho de que, en muchos casos, las plantillas de este tipo de empresas las componen jóvenes profesionales que, paralelamente a su trabajo, están formándose para el futuro. Ahora bien, a pesar de este hándicap al que han de hacer frente los departamentos de Recursos Humanos, hay otro que también influye, y mucho, en la buena marcha de estos negocios. Me estoy refiriendo a la necesidad de conseguir la felicidad y el bienestar de estos trabajadores como base sobre la que aumentar su compromiso y, por ende, su productividad.
Es más, según un reciente estudio que hemos realizado en Adecco, el 98% de los encuestados afirma que un empleado feliz es un empleado más productivo. Incluso, tanta importancia tiene para ellos este aspecto que un 63% de los trabajadores estaría dispuesto a percibir menos salario a cambio de una mayor felicidad laboral. Esto, a su juicio, se consigue propiciando un buen ambiente de trabajo, el compañerismo, facilitando el desarrollo de sus habilidades profesionales y personales, y buscando la realización personal.
Además, hay otras razones por las que potenciar la felicidad en el trabajo es bueno no solo para el empleado, sino también para la empresa. Éstas son algunas de ellas:
Una persona feliz conoce su potencial y sabe manejarlo para sacar adelante cualquier proyecto. Además, gestiona mejor los riesgos, la toma de decisiones y las variables pesimistas de cualquier situación.
La felicidad ayuda a que el talento natural de las personas fluya de forma más natural y continua, aparte de que genera en ellas una mayor energía y dinamismo. Y todo esto es el germen para aportar a sus tareas nuevas e interesantes ideas.
La felicidad mejora la relación con los compañeros. Además, es un sentimiento que se contagia, haciendo que su entorno se sienta mejor. Y todo ello permite que se adapten más rápidamente a los cambios, creando un ambiente propicio para su implementación.
Si uno está feliz, piensa menos en los errores y esto le ayuda a no cometerlos. Asimismo, se minimizan los problemas que puedan ir surgiendo y ayuda a resolverlos lo antes posible.
Formarse y adaptarse a nuevas formas de trabajar es más sencillo cuando se es feliz en el trabajo, lo cual también acelera el proceso de aprendizaje.
Evidentemente, hacer sentir felices a los empleados de un sector en el que lo habitual es estar trabajando cuando los clientes disfrutan de sus momentos de ocio, con largas y agotadoras jornadas laborales, es complicado, pero no imposible. En primer lugar, debe existir un convencimiento por parte de la dirección de la empresa; y por otro lado, hay que contar con el apoyo de los mandos intermedios, que son los que están en contacto directo con el resto de empleados y los que hacen posible la felicidad del trabajador en su día a día. Y por supuesto, todo ello por una estrategia clara que parta de Recursos Humanos, con políticas o programas globales que ayuden a conseguir esa felicidad. Por ejemplo, se pueden poner en práctica medidas relacionadas con su ámbito personal como flexibilidad horaria, beneficios sociales, conciliación o salario flexible, y acompañarlas de otras más relacionadas con el uso eficiente de la tecnología en su actividad diaria para hacer su trabajo más fácil.
Aunque, en definitiva, las particularidades propias de cada empresa son las que deben determinar el alcance de este tipo de acciones, cuyo fin último siempre será buscar la felicidad y el bienestar de los trabajadores.
Daniel Martínez, Director Sectorial de Adecco Hostelería
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