Presencia de la mujer en profesiones con infrarrepresentación

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Aunque durante las últimas décadas la presencia de la mujer en profesiones, estudios y sectores con infrarrepresentación ha ido aumentando, la realidad es que aún queda mucho por hacer.

Todavía es notable la discriminación por sexos que se lleva a cabo en los procesos de selección. Es posible hablar de profesiones feminizadas y sectores absolutamente masculinizados. Así, el acceso de la mujer a un puesto de estas últimas características resulta prácticamente imposible.

Esta situación también condiciona el tipo de formación que elige la población femenina. Muchas son conscientes de que están vetadas y también sabedoras de las consecuencias de la infrarrepresentación.

Estas cuestiones limita notablemente a la mujer a la hora de elegir los estudios. Ya, desde esa temprana etapa de su vida, cuando aún empieza a formarse, se observa el germen de la realidad del mercado laboral.

De hecho, en pleno siglo XXI, continúan existiendo carreras en las que la presencia de la mujer resulta testimonial.

Antecedentes y efectos de la infrarrepresentación

Es preciso reflexionar sobre la igualdad de oportunidades en el mercado laboral. Si echamos la vista atrás veremos que en las organizaciones ha prevalecido la presencia masculina. Este hecho se ha traducido en un comportamiento muy revelador:

  • Elevados índices de competitividad.
  • Falta de comunicación.
  • Conductas individualistas.
  • Exceso burocrático.

Es posible, sin embargo, visualizar un enfoque laboral diferente. Para ello es preciso que apostemos por la conciliación de las habilidades masculinas y femeninas en el lugar de trabajo. Es absurdo eludir que hombres y mujeres, desde pequeños, evidencian diferencias patentes.

Influencia de la educación y el carácter

Hace cuatro décadas se llevaron a cabo ciertos estudios comportamentales. Para ello se analizó cómo se desenvolvían en sus juegos grupos de niños y niñas. Es importante destacar que esos infantes se han convertido en los adultos que trabajan y dirigen las compañías.

Aclarado este punto, resultan curiosas las observaciones realizadas en el periodo infantil. Se constató que los chicos preferían jugar en conjuntos numerosos y de componentes variados. Las niñas, en cambio, formaban grupos pequeños. Se unían de dos a cuatro chicas.

Esta no era la única diferencia que se pudo observar y que sirve como antecedente que, posteriormente, ha podido tener efectos sobre la presencia de la mujer en profesiones con infrarrepresentación.

Los grupos también se diferenciaban en cuanto a la tipología de juegos que elegían. En este sentido, los varones se inclinaban por prácticas más competitivas. Sus actividades recreativas precisaban de más habilidad. Además, era notoria la predisposición a protagonizar disputas que resolvían ágilmente.

Por su parte, las pequeñas se mostraban más inclinadas a divertirse a través de juegos sociales. En ellos, el éxito no se alcanzaba gracias al error de las otras. Si surgían disputas eran propensas a terminar el juego antes de poner en riesgo su amistad. En la práctica deportiva, los patrones conductuales también eran completamente diferentes.

Este estudio sirve para apoyar el hecho de que esas diferencias se perpetúan con la edad y afectan a la forma de concebir el trabajo. La población masculina resulta más competitiva e independiente y tiende a primar la organización de equipos.

En cambio, las mujeres se muestran más sensitivas y empáticas. Son capaces de aplicar una mayor inteligencia emocional y mantienen habilidades resolutivas a través de recursos más complacientes.

El directivo ideal

En 1990 se llevó a cabo otro estudio interesante y no exento de cierta curiosidad. Se tomó como muestra a medio millar de directivos, tanto masculinos como femeninos. Debían describir cuáles eran las cualidades que, según cada uno, debía poseer el CEO perfecto.

La mayor parte de los encuestados resaltó la competitividad, el liderazgo, la autoconfianza y la ambición por alcanzar mayores responsabilidades. Curiosamente, estas capacidades se asimilaban a ejecutivos masculinos. Solo un tercio de las mujeres directivas coincidían con esta percepción.

El estudio tenía una segunda parte. En ella se les planteaba cuáles eran las cualidades que echaban en falta por parte de sus superiores. En este caso, todos los participantes coincidían en que necesitaban ser más comprensivos, inteligentes, sensibles, amables y empáticos. Los encuestados asimilaban estas habilidades a mujeres directivas.

Es evidente que es preciso alcanzar un equilibrio entre las destrezas de hombres y mujeres dentro de las empresas y en todo el mercado laboral. No obstante, esto no es así. La presencia de la mujer en profesiones, estudios y sectores con infrarrepresentación continúa resultando un hándicap.

Presencia de la mujer en empresas técnicas y/o tecnológicas

Además del techo de cristal que existe en cuanto a igualdad salarial y acceso a puestos directivos, existen otras carencias. Es el caso del acceso de las mujeres a las empresas técnicas y/o tecnológicas.

La situación queda muy clara en el estudio realizado, entre otros organismos, por el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad y el Fondo Social Europeo. Según el documento, “la segregación ocupacional, que hace referencia a la desigual distribución de mujeres y hombres en el mercado laboral, es uno de los factores que genera desigualdad en el empleo”.

Resultan interesantes algunas reflexiones realizadas en el monográfico. En él queda de manifiesto “la feminización y masculinización de ciertos sectores, ramas de actividad y puestos de trabajo”. Igualmente, se alude a la “desigual distribución jerárquica según la cual los varones ocupan puestos más altos y de mayor categoría profesional”.

En plena era digital, las mujeres continúan ocupando, primordialmente, puestos del ámbito relacional o de cuidados. Estos trabajos están peor valorados y remunerados. Las ocupaciones más relevantes en la actualidad son aquellas que se vinculan con formación técnica y tecnológica.

La masculinización de estas áreas contribuye a que a la población femenina, aún estando cualificada para ello, le resulte muy difícil acceder a estos empleos. La presencia de la mujer en profesiones, estudios y sectores con infrarrepresentación resulta increíblemente testimonial. Es inquietante que esté resultando tan difícil acabar con esta brecha de género.

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