Desde The Adecco Group, presentamos la sexta edición del Anuario del Mercado de Trabajo 2025, publicación con la que esperamos ilustrar de forma resumida una visión panorámica de las diversas variables que tienen que ver con el Empleo y los Recursos Humanos en nuestro país.
El año 2025 ha estado marcado por una sostenida inestabilidad internacional que, sin alcanzar los niveles de alarma de ejercicios anteriores, ha seguido proyectando sombras sobre las dinámicas económicas y laborales en el ámbito global. El conflicto en Ucrania y las tensiones diplomáticas entre bloques estratégicos continúan condicionando las cadenas de suministro, los mercados energéticos y la inflación mundial. En Europa, el nuevo equilibrio surgido tras las elecciones parlamentarias ha perfilado un panorama político más fragmentado, con implicaciones directas sobre el diseño de las políticas económicas comunitarias. Mientras tanto, en España, la economía ha mostrado signos de leve recuperación tras el estancamiento del segundo semestre de 2024, con un crecimiento del PIB en torno al 1,7 % impulsado por el tirón del sector servicios y un consumo que, aunque contenido, ha resistido la presión de unos tipos de interés todavía elevados. La reforma fiscal pendiente y las tensiones territoriales han seguido marcando el debate interno, al tiempo que el mercado de trabajo se ha consolidado como uno de los pocos ámbitos que ofrecen señales consistentes de estabilización.
En este contexto, el mercado laboral español ha mantenido una evolución positiva pero contenida, apoyado en el empuje del empleo público y en una consolidación del empleo en sectores intensivos en servicios, como la sanidad, la educación o las actividades profesionales. La población ocupada ha alcanzado su máximo desde el año 2008, con tasas de paro en descenso y una ligera mejora en la calidad del empleo. Aun así, el mercado continúa presentando importantes disfunciones: las brechas territoriales, la persistencia de una elevada temporalidad en sectores específicos y la precariedad asociada a determinados tramos etarios siguen siendo motivo de atención.
Desde el punto de vista demográfico, 2025 ha confirmado tendencias ya estructurales: la progresiva reducción del crecimiento natural de la población, el aumento sostenido del grupo de mayores de 55 años y el papel estabilizador de los flujos migratorios. Este proceso de envejecimiento, unido a la baja natalidad y a los desafíos en la retención del talento joven, plantea retos inmediatos sobre la sostenibilidad de nuestro modelo laboral y de protección social, así como sobre la planificación formativa y la organización del tiempo de trabajo. El dinamismo del mercado de trabajo, en este sentido, se ve limitado por las rigideces de una estructura productiva que sigue anclada en esquemas de baja intensidad tecnológica en muchas ramas de actividad.
La evolución del empleo ha seguido una trayectoria de consolidación en términos cuantitativos, con un crecimiento neto del número de afiliados y una progresiva mejora de la estabilidad contractual, especialmente en el ámbito del empleo indefinido a tiempo completo. La reforma laboral de años previos ha seguido desplegando sus efectos, si bien su impacto ha resultado desigual según sectores y territorios. El empleo femenino ha continuado ganando peso, aunque persisten obstáculos en el acceso a puestos de responsabilidad, y las brechas de género se han reducido a un ritmo más lento del esperado. La participación juvenil en el mercado laboral, por su parte, ha repuntado tímidamente, pero sigue muy lejos de los niveles deseables, con tasas de paro juvenil todavía significativamente superiores a la media europea.
En lo que respecta a la contratación, se observa una cierta desaceleración tras los máximos alcanzados en 2023, especialmente en los sectores vinculados a la actividad estacional. No obstante, el descenso ha sido menos acusado en sectores que apuestan por la digitalización, el cuidado y la economía verde, que muestran ya un patrón de contratación más estable y cualificado. Cabe destacar también la consolidación del trabajo híbrido en entornos urbanos, con avances notables en la organización flexible del tiempo de trabajo, aunque su implantación sigue siendo desigual en función del tamaño de la empresa y el tipo de actividad.
En materia de salarios, el año ha estado marcado por un incremento generalizado de los convenios colectivos, con aumentos medios del 3,4 %. Aun así, la pérdida de poder adquisitivo acumulada en ejercicios anteriores continúa condicionando la percepción social sobre la suficiencia salarial. La inflación moderada ha permitido cierta recuperación, pero persisten diferencias notables por sectores, género y territorio. El coste laboral por trabajador ha experimentado un aumento, en parte derivado de los ajustes pactados en el marco de la negociación colectiva, que ha seguido apostando por cláusulas de revisión y pactos plurianuales.
El sistema de protección social ha mostrado un comportamiento resiliente, con récord de afiliación a la Seguridad Social y un incremento de los ingresos por cotizaciones. Sin embargo, la dualidad entre sectores y la creciente presencia de trabajadores en regímenes especiales ponen de relieve la necesidad de revisar algunos elementos estructurales del modelo. Las prestaciones por desempleo se han mantenido estables en términos cuantitativos, aunque se ha detectado un leve aumento de la duración media de la prestación entre ciertos colectivos vulnerables.
En el ámbito de la negociación colectiva y la conflictividad laboral, 2025 ha mostrado un descenso en el número de huelgas, aunque con un aumento del volumen de horas no trabajadas, indicador de una mayor intensidad en los conflictos que sí se han producido. Las causas se han centrado en la mejora de las condiciones salariales, la organización del tiempo de trabajo y la defensa de cláusulas sociales. En paralelo, se ha observado un avance en los acuerdos en materias como igualdad, desconexión digital y sostenibilidad organizativa, que confirman la tendencia hacia una negociación más transversal e integral.
Los datos sobre formación y cualificación ponen de manifiesto un desajuste persistente entre la oferta educativa y la demanda del tejido productivo. Aunque mejora la tasa de participación en formación continua, especialmente en el ámbito de la formación dual, sigue existiendo una brecha significativa en la adecuación de competencias en sectores emergentes. El reto de la recualificación, especialmente para los trabajadores de más edad, se perfila como una de las claves para una transición justa y eficaz hacia el nuevo modelo productivo.
Por último, en el terreno de la seguridad y salud laboral, el año ha estado marcado por una estabilización de las cifras de siniestralidad, aunque los datos absolutos siguen siendo elevados en sectores como la construcción, el transporte y la agricultura. Destaca, en cambio, el creciente reconocimiento institucional y empresarial del impacto de los riesgos psicosociales, con una mayor inversión en programas de bienestar emocional, prevención del estrés laboral y mejora del clima organizativo.
Este anuario, como en ediciones anteriores, busca ofrecer una radiografía rigurosa y sistemática del mercado de trabajo, con el objetivo de contribuir al análisis, la toma de decisiones y el diseño de políticas públicas. La evolución de los indicadores a lo largo del último año confirma la existencia de transformaciones en marcha, pero también señala con nitidez los márgenes de mejora que aún persisten. Consolidar un mercado de trabajo más justo, inclusivo y resiliente exige combinar el impulso normativo con la implicación real de todos los actores. 2025 puede ser, en ese sentido, un año clave para convertir el avance acumulado en una apuesta estructural por el trabajo decente, la estabilidad y el bienestar colectivo.
Tras esta breve introducción te animamos a acceder a toda la información descargándote el Anuario del Mercado de Trabajo 2025.
Javier Blasco de Luna
Director, The Adecco Group Institute
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